martes, 29 de septiembre de 2009

Diario a la locura

Día 4
Ojos blancos, pieles quebradas, gritos desgarradores, bilis regurgitada, inestabilidad, locura, intensidad. Selva urbana de sonidos amargos, de olores malditos, de dientes podridos, de carne infectada, de dolores insoportables y sobretodo de mucha hambre, canibalismo, Apocalipsis.
Miro por la ventana y me arden las entrañas, ¿donde esta el mundo que nos prometieron?, solo veo muerte, lo que en el pasado fueron seres vivos pero ahora no son más que cadáveres que se mantienen erguidos, rigor mortis.

Día 17
Ya no queda comida en mí habitación y esta agónica situación está matándome... Pero aguantaré, resistiré, trincharé los dientes una vez más y lograré que mi sangre no se coagule como la de ellos, no mataré a los pocos seres humanos que aún quedan con vida, aunque deseo con toda mí alma eliminar de este mundo a cuantos cadáveres pueda.
Si es necesario gritaré hasta romper los tímpanos de todo aquel que me pueda oír para así poder sobrevivir, para alejar de mí corazón la violenta angustia que me martiriza cada día.

Día 31
Hoy puede ser mí última noche, necesito comida y no estoy dispuesto a seguir escapando de un destino incansable que me reclama como suyo, pero los muertos están equivocados, si tengo que morir prometo que moriré matando, si me veo obligado, daré muerte a aquellos que no tienen vida. Hoy puede ser mí última noche pero antes de caer seré el buitre carroñero que despedace los cuerpos enfermos de cuantos osen hacerme daño, basta de conflictos en mí mente, basta de autodestrucción, basta de seguir escapando.

Día 67
Hace tiempo que desapareció el hambre de mí lúgubre habitación, hace tiempo que dejé de sufrir, escribo esto mientras mastico la carne cruda y en descomposición de un pequeño no muerto, el sabor es de una textura y aroma complicados de describir, se deshace en mí boca en tiras y cúmulos de células putrefactas que saboreo entre arcadas mientras bajan por mí garganta inflamada. Me viene a la cabeza nuevamente la necesidad de conseguir hilo dental para eliminar de cada una de mis muelas picadas las migajas de toda la mierda que e triturado con ellas en estas últimas semanas.
Por fin vuelvo a tener sueños triviales, totalmente innecesarios, estoy tranquilo.

Día 139
Creo que me estoy volviendo loco, la esquizofrenia me da su irresistible abrazo arrastrándome con ella al mundo de los colores irreales, los personajes inexistentes y la violencia absurda. He matado a cientos, quizás miles de estos seres, me he dado baños de sangre negra, grumosa e increíblemente maloliente. Tengo mi habitación tapizada con la piel arrancada de los que un día fueron seres humanos, he practicado sexo con mis víctimas antes o después de arrebatarles la vida y tengo varias cabezas en cajas de zapatos dentro de mí armario con las que me desahogo cuando me siento falto de cariño.
Esto enfermo, necesito ayuda, estoy solo.

Día 274
Me he amputado la pierna, he tenido que cortarla para llegar a los insectos que corrían por el interior de mis venas, les he obligado a salir. Pero ahora tengo la pierna, o lo que queda de ella totalmente negra y me duele como jamás podríais imaginar. La sombra del fondo de mí habitación dice que voy a morir, por primera vez creo que me dice la verdad y por eso escribo esto a modo de despedida.
Espero que mí diario ayude a quien se lo encuentre y si está en mí misma situación consiga sacarle algo positivo para poder sobrevivir, aquí termina mi viaje a la demencia incontrolada a la que he sido arrastrado Contra mí voluntad.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Cementerio

El cementerio de las ideas que un día rebosaron en las mentes despiertas de los hombres esta atestado de lapidas antiquísimas, corroídas por el tiempo y casi enterradas completamente por la erosión pues las lluvias había arrastrado durante décadas la tierra de las altas montañas hasta el lugar donde las lágrimas de sangre eran habituales en otras épocas, donde yacían los restos de las ilusiones, las esperanzas, las fuerzas y el amor. Hojas secas por doquier caídas de los altos arboles que ahora dominaban el paisaje, tumbas quebradas por el tiempo, llenas de moho y colores mugrientos, letras ya disipadas entre las cicratices del tiempo y ni tan siquiera un solo llanto que las acompañara. Un lugar sombrío, casi blanquecino por la niebla. Triste, silencioso, solitario...

¿Por que ya nadie llora en este lugar?, ¿por que ya nada es enterrado por aquí?, las ideas simplemente se extinguieron para la perpetuidad, es por eso que los cementerios ahora están vacíos, pues no hay nada que enterrar en ellos.

martes, 15 de septiembre de 2009

El fuego purifica


"El fuego purifica" decía aquella canción y hoy la recuerdo, mi mente soñadora fantasea con el grandioso color de las llamas y con cuantiosos elementos de esta sociedad incinerados ante el placer de los jóvenes más radicales, aquellos apodados como "extremistas" o peor aun y por desgracia tan de moda en telediarios y patéticos debates televisivos "antisistemas".

Me maravillaría ante la oportunidad de que me iluminara toda una comisaría en llamas ante la atenta mirada de algún cerdo uniformado, un gran templo de la primera religión que se me pusiera por delante y ver como se derriten las pinturas de esos falsos santos que adornan sus paredes así como a los ultra devotos, fuego al fuego mismo del infierno, al paraíso y a todas las escrituras sagradas.
Quemar por completo un ayuntamiento o el juzgado de cualquier ciudad hasta que no quedara un solo muro en pie ni un ladrillo sobre otro, por su puesto también la sede política de los grandes partidos de nuestro estado con sus emblemas llameantes en su interior, sus humos de falsa dedocracia y sus estupidos carteles electorales, por no olvidar claro esta, eso de habla un día y calla cuatro años..
Una gran plaza de toros llena hasta la bandera de los sádicos que disfrutan con la tortura y la muerte, de los que gritan cuando es derramada la sangre del animal asesinado, el fondo de mas de un estadio de futbol, quemaría a los militares por vocación, mil y una banderas, a Josue el asesino fascista y todos sus camaradas neonazis.
Prendería fuego a los cerebros carentes de inteligencia del ciudadano medio para que el intelecto creciera de las cenizas que ellos mismos hubieran dejado, de la misma manera que los campesinos las utilizan en el campo y la siembra. Quemaría al antidisturbios, al maltratador, a la xenofobia y la homofobia, en definitiva, a todas esas ideas discriminatorias hacía personas con los mismos derechos que tú y yo tenemos a vivir una vida digna.
Calcinaría los barrotes de las prisiones, las leyes que nos quitan la libertad, el palacio real y la maldita corona. Todos los bancos del estado y montañas de dinero para así eliminar las clases sociales, la avaricia y todo lo que esta conlleva.
Incendiaria los colegios e institutos que tan mal educan a nuestros hijos para reinstaurar las escuelas racionalistas y crear una nueva generación de personas justas y consecuentes.
Aria cenizas de todas las armas y sus fabricantes para eliminar por fin las guerras de la tierra, los asesinatos y demás maldades. Las grandes empresas y multinacionales que esclavizan a los niños en el tercer mundo de forma inhumana con el único objetivo de comercializar cosas más baratas o contratar por firmas millonarias a los cuatro deportistas famosos de turno.
Destruiría con las llamas toda la prensa demócrata y políticamente correcta que nos señala con el dedo, acusándonos de delincuentes y radicales por luchar por unas ideas de igualdad y justicia. A muchos de los miembros del brazo armado del estado, ese que tiene como deber utilizar la violencia contra todo lo que se considere oportuno siempre bajo "su" justicia, arderían absolutamente todos los trajes que den privilegios o autoridad.
Daria fuego a las dictaduras sean cuales sean sus colores o banderas, desde las más fascistas a las mas rojas. Reduciría a escombros las grandes farmacéuticas por no dar medicamentes a los países pobres sin no recibir antes la recompensa económica, ofreciendo solo la vida a cambio del sucio dinero.
Inflamaría todos aquellos lugares donde aun exista la pena de muerte, porque nadie tiene derecho a arrebatar una vida, lo mismo ocurriría con la cadena perpetua y los que privan de libertad a tantos inocentes.
Arderían los cerebros de los que se dejan esclavizar o engañar bajo el falso sentimiento de bienestar, del conocido como primer mundo, quemaría su egoísmo, su consumismo arraigado y su ineptitud para vivir como una persona justa y decente con los demás.
Quemaría a todos aquellos que se niegan a reciclar para salvar el mundo de la condena a la que le hemos sometido, los que contaminan concientemente y alteran el medio ambiente, a su vez también arderían los responsables de las grandes fabricas que tantísima polución lanzan a la atmosfera o los cazadores de pieles. Por otro lado, patronos que viven de tí y de mí junto con sus cómplices sindicatos que pactan tus precariedades laborales...

Quemaría todo lo que puedo llegar a considerar dañino para una sociedad realmente hermosa en la que podamos vivir alegremente, parte de mí y mis compañeros incluidos, y finalmente cuando todo estuviera lleno de humo negro, envolviendo por completo la atmosfera terrestre aria a los hombres y mujeres del mundo respirar profundamente hasta dejar el aire totalmente limpio para así poder mirar un verdadero nuevo amanecer, más libre, con menos prejuicios, con mayor libertad y respeto hacía los seres humanos. Con menos autoritarismo, sin distinciones sociales o pueblos enfrentados. Un mundo de mentes más despiertas para pensar por si mismas y no por como los manden los demás directa o indirectamente. Un mundo sin una sola frontera que te impida recorrerlo libremente y en el que no vivas para trabajar si no en el que trabajes para vivir, en el que nadie se llene los bolsillos sin hacer nada gracias a este trabajo y lo puedas ejercer con dignidad.

Lástima de mí y mis sueños radicalizados, lástima de mí por ser un antisistema violento que odia a las buenas personas de esta perfecta sociedad y este grandioso mundo, maravillosos e inmaculado para todos menos para los energúmenos como yo... lástima por esta sociedad podrida que aun me condena sin haberme escuchado, lástima si no has conseguido entender ni compartir aunque sea por un momento este humilde texto.

Sin mas, salud, amor y revolución.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cuando...

Cuando la inspiración me abandona, cuando me siento vacío por dentro y no soy ni capaz de expresar mis carentes sentimientos sobre el papel. Cuando mis intentos de escritura caen en sacos rotos y ninguno de ellos me agrada en absoluto, cuando ni fuerzas para gritar me quedan en el interior y ni mi amada música termina de llenarme por completo. Cuando recurro al Jazz, cuando intento escapar de todo lo que me rodea buscando algo que muy difícilmente logo encontrar, cuando los días se me pasan como un suspiro y se me van las ganas de todo. Cuando me aburro de seguir caminando en círculos y mis ideas están agotadas, cuando confundo el amor con el odio o cuando la nostalgia me ataca. Cuando no se me ocurre nada que desear y el alcohol ya no me hace efecto, cuando todas mis palabras están contaminadas, cuando solo encuentro la nada absoluta y solo continuo por inercia.
Cuando te echo de menos y mis heridas sangran, cuando destruyo todo lo que toco, cuando quiero matar o morir, cuando se me acaba el papel aun sin tener que escribir, cuando mis huellas no llevan a ninguna parte o cuando desaparezco en el aire. Cuando me convierto en el anti-todo y me crecen alas de ángeles, cuando vomito sobre una bandera mi sangre coagulada. Cuando no entiendo ni comparto, cuando me siento solo aun rodeado, cuando se me escapa una sonrisa, cuando una lectura me atrapa y la vida me escupe a la cara. Cuando veo el negro anarquista, una pared pintada o alguien en pie de guerra, cuando solo entiendo a la libertad y el ave fénix se incinera. Cuando el cine me da placer, cuando se me cierran las puertas, me sorprende la magia o me atosigan viejos fantasmas. Cuando necesito el cuerpo desnudo de una mujer pero tengo mi guitarra, cuando pido auxilio, cuando la tormenta descarga sobre las goteras de mi cama, cuando exagero y nadie me entiende, cuando mis pajas son mentales.
Cuando los dioses del olimpo me observan y cuando el infinito se acaba. Cuando el infierno me espera, cuando respiro, cuando muero, cuando otorgo, cuando echo en falta a los muertos, cuando lloro, cuando sufro, cuando ansío, cuando el rencor carece de sentido, cuando no quiero, cuando olvido, cuando necesito, cuando escucho, tolero... cuando apago... cuando lo dejo.

Cuando soy feliz.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Restos de una civilización

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Miré atentamente los restos de la ciudad que ante mí se levantaba y recordé lo que en otros tiempos había sido una gran urbe repleta de vida contaminada; ahora los árboles crecían entre las piedras que un día formaban los majestuosos edificios. Mis ojos destellaban luz como antorchas, disfrutaban ante cada detalle de aquel lugar inhóspito e intentaban imaginar como fue su fin.

Lo que antes era un gran edificio de oficinas ahora no era más que unas ruinas con un solo muro por el que trepaban hasta el cielo grandes ramas, un santuario de vida alada con nidos por doquier.

Por todas partes corrían animales de todos los tamaños, el pasto ocultaba lo que antes eran carreteras por las que fluían miles de coches, me fijé que de estos solo quedaban algunos hierros oxidados donde ahora vivían insectos y algún mamífero pequeño.

Desde el cielo limpio de nubes, de luces y contaminación me miraba un sol distinto y el viento que soplaba era puro. Respiré un oxígeno como antes nunca hubiera imaginado que existiera, un oxigeno que lleno mis pulmones hasta casi romperme el pecho.

Caminé durante horas y no pude ver una sola vivienda sin que le faltara una pared o a la que no se le hubiera caído el techo. Por fin desde el centro del ayuntamiento había crecido algo verdaderamente hermoso, un interminable eucalipto que dominaba la ciudad desde las alturas.

Rodeado de paz y el silencio de la naturaleza esbocé una sonrisa y recordé que esta no era la única ciudad que había perecido, todo el país, el continente, quizás el mundo entero se encontraba en la misma situación y me dí cuenta que finalmente podía considerarme una persona dichosa, la herida de mí corazón estaba curada y ya no sentía miedo.

-He sobrevivido al ser humano -me dije-, he sobrevivido y tengo la fortuna de poder ver con mis ojos su propia destrucción y los restos de sus cadáveres en formas de escombros. Por fin puedo pasear por estas calles llenas de esperanza y futuro, la perfección me rodea y soy feliz, si, ¡lo soy!. De lo único que siento lástima, de lo que me lleno de arrepentimiento... yo no hice nada para colaborar con el fin del mundo tal y como lo conocía, ¡yo debería haber sido el exterminador del infierno en la tierra!.

Dos lágrimas resbalaron entonces por mis mejillas, después de tanto tiempo volvió mí garganta a emitir un sonido, el del avergonzamiento en un grito desgarrador y lleno de enfermiza angustia.

-Soy igual de culpable que el resto de los hombres, ¡si, lo soy!, soy igual de egoísta y comparto con todos ellos sus mismas carencias, fallos y soy igual de culpable en sus injusticias... jamás las compartí, es cierto, pero nunca luche contra ellas ni cuando sobrepasaron todos los límites. Ahora me doy cuenta que soy la última bacteria que queda sobre la tierra, lo único que impide que esto sea realmente un paraíso.

Mí felicidad ahora era tristeza, en solo un momento mí alma había dejado de volar libre para volver a estar encadenada, esta vez, a la vida. Desee, deseé estar muerto.
Pero no, no moriré -susurré a la madre tierra- soy el último atisbo de una enfermedad, ¡de tu cáncer!, y si, ¡te va a costar eliminarme del mundo!...
Guarde silencio un segundo.
-Yo me acuso de ser el mayor mal de la creación -grité