martes, 5 de julio de 2011

Periodo II: La primera aventura (I)

Un capítulo más de las aventuras en el Reino de Aden, en esta ocasión con la prueba para entrar en la Warrior League

Periodo II:
La primera aventura (I)

    Decidí armarme de valentía e imaginé que mi padre, que había partido cuando yo tan solo era un bebé, hubo de haberse enfrentado a alguna prueba parecida, pues sus títulos no habían salido de la nada. Me vi reflejado en él, y la valentía recorrió todo mi cuerpo, por cada una de mis venas, junto a mi sangre caliente de aquella isla del sur. Emprendí el viaje, ya no tendría opción de echarme atrás, era el camino que había elegido para mi vida. No tenía miedo, deseaba ser más fuerte, cada golpe de mi espada contra algún enemigo, cada vez que sentía la tensión en los músculos tras un combate, cada vez que era herido manchando mi armadura con mi propia sangre me sentía más poderoso. Poco a poco más cerca de Dion, más cerca de Girand, y de Oren, más cerca de la capital del Reino, la Aden que ocupaba mis sueños.
     Cada paso que me acercaba a Gludin, me aproximaba a mis objetivos, siempre marcados a corto plazo. Primero ser warrior, más tarde conseguir una mejor armadura, así como una buena espada. Buscar experiencias en zonas que aún no había visitado, matar a enemigos más grandes y fuertes... Cada paso que me acercaba a Gludin desataba mi adrenalina, mi primera gran aventura, mi primera gran victoria, atrás quedaban los primeros gremlins, atrás dejaba mi niñez.
     Rodeado de laderas, dejando a la derecha del camino Abandone Camp, comencé a oler el aroma a salitre de la baja mar que era transportado hasta mi por la brisa marina, sentí la humedad en el ambiente, el vuelo de algunas gaviotas, ya estaba cerca.
     Poco después ante mí se encontraba el arco de la entrada este de la ciudad, sobre el podía ver las pequeñas y contadas torres que sobresalían entre las edificaciones, terminadas en pico y construidas con tejas grisáceas, de tonalidad oscura y que antaño fueran azuladas. Así como las innumerables chimeneas que ocupaban los techos inclinados de las casas clan en desuso.
     El camino principal estaba tal como lo había dejado la última vez. Nada más entrar en la urbe caminé sobre el ladrillo claro de cal y cáñamo que formaba la carretera principal, adornado por unas cenefas que lo separaban del acerado contiguo, de adoquines algo más oscuros que dibujaban figuras ovaladas sobreponiéndose unas sobre otras. A ambos lados, las farolas de aceite que al llegar la oscuridad alumbraban el camino. y sobre mi, varios arcos como el de la entrada continuaban hasta el desvió en dirección derecha donde se encontraba la principal plaza de la localidad, justo tras unos cuantos peldaños en una pequeña escalera de piedra. A mi izquierda una casa clan y tras esta el muro de la ciudad, a mi derecha, el majestuoso templo Einhazan a una distancia de trescientos metros, con sus dos altas torres protegiendo el edificio principal. Slgo más pequeño, aunque no menos impresionante, y justo frente a mí, estaba aquel edificio, Warrior Wild, donde me esperaba el Master Auron.

     Auron era un hombre de mediana edad, de cabello claro, un rubio casi blanquecino. Con profunda ojeras y una barba bien cuidada. Con una expresión ruda, de años de experiencia y batallas vividas.
     Me presenté como un joven luchador, con ansias de vivir la gloria. Auron me miró con sus ojos duros y me comentó con una ligera satisfacción -después de todo, le alegraba ver a nuevos guerreros embarcarse en su gremio de luchadores- algo que sin duda había repetido mil veces, ante cientos de hombres y mujeres;

     -Soy Auron, el maestro encargado de enseñar a los jóvenes combatientes, pero una vez fui soldado de la Warrior League, luchando acostumbrado a correr entre la frontera de la vida y la muerte en los campos de batalla. -tras una pausa bien medida, y con un tono de voz algo más profundo continuó- Dime joven, ¿estas dispuesto a unirte a cientos de hombres valerosos y arriesgar tu vida por causas nobles?.
     -Por supuesto maestro. -aseveré con una rotundidad que mi voz se pudo equiparar por un momento a la de mi interlocutor.
     -Para ser aceptado en la Warrior League, -Prosigió tras una chispa, tan solo una, de humor y regocijo ante mi determinación manifiesta- no necesitarás ser un noble acaudalado, ni tan siquiera tener la recomendación de un gran señor, solo debes mostrar el coraje de un guerrero. Aceptamos cualquier hombre o mujer que demuestre tener espíritu y valentía.
     -Demostrare mi espíritu maestro, demostrare mi valentía.- Afirmé con seguridad, Auron me miro tranquilamente, leyendo en mis ojos, descubriendo con su infinita sabiduría si estaba realmente preparado. Por fin continuo como si esta pausa eterna, de apenas unos segundos, nunca hubiera existido.
     -Bien, entonces voy a probar si tienes el verdadero talento del guerrero, es un prueba muy simple, cualquier luchador con una pizca de coraje y espíritu puede superarla.
     -Tan solo dime que he de hacer y solo la muerte podrá interponerse en
mi camino.
     -Para realizar esta prueba, debes encontrar el arma de los guerreros, llamada Sword of Trial. Simplon sabe todo acerca de esta espada, en la actualidad trabaja en un tienda de armas y armaduras en Gludio, pero fue un famoso soldado en el pasado. Ahora, y esto es importante, es tratado con sumo respeto, debes hablarle como si de mi se tratase. Ten esta carta, con ella te recibirá muy cordialmente. Suerte muchacho, la necesitarás.- Tras esta frase, se giró para atender a un joven comprador que aguardaba su turno pacientemente, actuó como si nada me hubiese dicho y yo casi le grite.
     -Partiré de inmediato a Gludio maestro, volveré con la Sword of trial o moriré en el intento.

1 comentario:

  1. esta genial! te sigues superando en cada texto que escribes. las descripciones están muy bien elaboradas y el diálogo final te ha quedao muy wapo. ahora ha seguir asi y a no tardar mucho en seguir la historia. me encantas!

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