martes, 22 de diciembre de 2009

Prologo: El Comienzo (II)

NOTA: Esto es algo que escribí hace un tiempo y que nunca terminé, sin embargo quizas ahora y con el tiempo si lo aga, no busqueis aquí dobles sentidos, metaforas ni nada parecido, simplemente un texto con el que disfrutar, dejemos de lado los susurros agonicos por un día.

Prólogo: El Comienzo (II)


    Que travesía más maravillosa. Si amigos, me encantó el agua del mar salpicándome la cara, la brisa marina y sobretodo la compañía. Me encontré en el barco con otros tres aventureros, uno de ellos, del que no recuerdo el nombre, nos comentaba cosas del nuevo mundo a los que nunca lo habíamos visto. Yo, en esa época, apenas unas horas después de comenzar mi aventura, era aún muy débil, tenía poca experiencia en el combate y él al percatarse de tal cosa me dio a entender, con sabias palabras, que me había precipitado. La culpa de mi precipitación como le expliqué, la tenía una elfa oscura preciosa llamada Skakuashi que me esperaba en Gludio, amiga del sigilo, portadora de una daga, arma mortal si su dueño es un experto en su manejo.

     El viaje no fue largo y antes de darme cuenta habíamos llegado a puerto. La sensación de verme en el continente fue fantástica, algo tan grande para explorar casi daba miedo. Gludin, ciudad desértica como pocas, siempre lo ha sido y siempre lo será, fue mi primera parada.
Aunque mi estancia en ella no fue demasiado larga, un paseo por su emblemática plaza, correr de aquí para allá por sus largas callejuelas y poco después ya estaba en mundo abierto, buscando alguna alimaña con la que entrenar. Me hizo ilusión ver a mi primer enano junto a mi primer orco en aquel nuevo mundo, desesperado les pregunté donde podría ir a mejorar mi técnica, definitivamente no había sido buena idea ponerme a luchar nada más desembarcar... Poco antes de ese encuentro, me había visto entre la vida y la muerte frente a una enorme araña. Aún algunas noches al cerrar los ojos veo aquellas enormes patas persiguiéndome, clavándose en mi espalda justo antes de caer muerto. Que dolor tan espantoso me hizo sentir aquella colosal bestia, su veneno aún recorre mis venas quemándome por dentro.
     Aquellos guerreros me recomendaron visitar tierras de elfos, un lugar bastante lejano de donde nos encontrábamos, pero hacia donde tenía que
partir irremediablemente... Y solo puedo decir que mereció la pena, el largo viaje no exento de anécdotas, la contienda con esa malévola araña, el abandonar a mi joven amada... Mereció la pena.
     Dark Elven Forest me acogió con las puertas abiertas... me hice un hombre en sus tierras y se convirtió en mi verdadera patria. Su gente siempre se portó maravillosamente bien con migo. Los elfos oscuros se convirtieron en mis amigos y compañeros de batalla, aceptando un humano como uno más entre los suyos.
     No sé que fue de todos ellos, imagino que algunos fueron abatidos por asesinos de Gludio o Dion, otros muertos más allá de Death Pass, o incluso más lejos... pero por lo menos dos perduraron mucho tiempo; mi compañero Boix, con el que me encontré innumerables veces por el reino, y mi hermano Sparto, con el que aún tengo contacto muy de vez en cuando, ahora con forma humana. Sus poderes de ocultismo cambiaron su raza oscura por la de un guerrero como yo. Joven luchador pero poco constante, cuando marcha, pasan meses que no sé nada de él hasta que un día, sin previo aviso, me lo cruzo por algún camino del territorio de Girand o Dion.

     No me olvidé de aquella elfa que aguradaba mi visita. Shakuhachi me esperaba en Gludio, en el último día de aquella segunda crónica caótica. ¡cuanta gente!, no entendía quienes eran aquellos asesinos, pero mataban sin compasión a todos los visitantes de aquella pequeña localidad, mientras, el resto de la gente del lugar organizaban escuadrones de batalla para impedirles seguir atacando a pobres guerreros como yo sin experiencia... aquel día, un grupo de no menos de cinco asesinos la emprendieron con migo y podréis imaginar como termine ante sus acometidas... Además, no solo tuve problemas con esos malditos hombres y elfos... también, por no medir bien mis palabras ante otra elfa oscura, de tersa piel negra, pelo largo ensombrecido como la misma noche y curvas sensuales, me vi derrotado a sus pies, como también me vi derrotado, no podríamos olvidarnos de ello, por osos en aquella enorme explanada. Aprendí con tantos golpes que efectivamente ese aún no era mi lugar he hice caso a la recomendación que me había echo aquel enano acompañado por su singular pareja, el fuerte orco; me marché al bosque oscuro.

2 comentarios:

  1. ¡Vivir para contarlo! y coleccionar experiencias, los máximos objetivos de cualquier inquieto correcaminos.

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  2. jajaj genial !
    Quizás nos cruzaramos alguna vez combatiendo en Ivory o en Tower of Insolence.. quizás alguna vez mis duals te dejaron sin vida.. jejeje
    Qué recuerdos!

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