Periodo I: Dark elven village
Hongos, muchos
hongos, del tipo vegetal ojo. Hongos de un tamaño descomunal que
andaban y corrían, quedé anonadado al verles y no solo a ellos. En
aquel tenebroso bosque vi cosas que jamás hubiera esperado, aquellos
seres de cuerpo rojizo, brazos mal formados, sin inteligencia, que
deambulaban dando saltitos de un lugar a otro como si estuvieran
perdidos en su propio hábitat... Era la cosa más extraña que había
visto nunca, pero concluí que al fin y al cabo serían una buena
opción para ir mejorando mi manejo de la espada, también para
obtener algo de dinero y como no, algunos materiales que ellos, como
el resto de seres del mundo portaban y que al matarlos, se les caían
al suelo. Estos hongos, Fungus de nombre real, estaban por doquier en
aquella zona libre de arboles, sobre un corto césped y alrededor de
unas ruinas antiquísimas que se hallaban en el centro del prado. Entendí, que aquel vegetal no era demasiado fuerte justo antes de
encaminarme valerosamente hacia ellos, lo confirmé al ver cerca de
la zona a unos cuantos goblins que los cazaban. Parecía que era su
alimento preferido, o por lo menos el de más fácil acceso dado los
festines que se daban cada vez que conseguían uno. A su vez, los
goblins tenían demasiado cerca a unos orcos primitivos, que los
capturaban con saber dios que fin.
Maté muchos Fungus, no todos estos seres eran iguales, aunque a simple vista si lo parecía eran de diferentes ramas evolutivas, ambas igual de accesibles para mi. También me percaté que yo no era el único que entrenaba en aquel lugar, en los bosques y praderas había muchos elfos oscuros que practicaban su poder, tanto con armas como con magia.
Maté muchos Fungus, no todos estos seres eran iguales, aunque a simple vista si lo parecía eran de diferentes ramas evolutivas, ambas igual de accesibles para mi. También me percaté que yo no era el único que entrenaba en aquel lugar, en los bosques y praderas había muchos elfos oscuros que practicaban su poder, tanto con armas como con magia.
Entrené
con ellos hasta que uno de esos abominables goblins cometió el gran
error de atacarme. Al sentir su golpe me di la vuelta de inmediato,
pues como Goblin que era, me había atacado por la espalda. Ahí
estaba ese pequeño e impresentable monstruo, gritandome con extraña
voz chillona y macabra. El hedor que desprendía era
inconfundible, vestía harapos y un cinturón de cuero que le bajaba
desde el hombro hasta la cintura pasandole por la espalda. No sé con
que finalidad lo llevaba de esa manera, pero al menos iba vestido, y
eso ya era algo. Sin duda el cinturón provenía de lo que alguna vez
fuera armadura. Su arma no era otra cosa que un palo mal tallado. su
piel sucia estaba tatuada con símbolos extraños. Su cara envejecida
desprendía tanto infelicidad como maldad.
Fue el primer
enemigo al que me enfrenté que utilizo armamento contra mi -sin
tener en cuenta claro, mi amarga estancia en Gludio-, muy
rudimentario, es cierto, pero armamento al fin y al cabo. Mi primer
enemigo con una inteligencia básica, lejos quedaban los malditos
lobos y Gremmlins de Talkin Island.
Pronto me percaté, que las historias que contaban de los Elfos oscuros no eran del todo reales, conocí en aquel bosque a muchos de ellos y habitualmente colaborábamos juntos dando caza a bestias locales. Recuerdo vagamente a Kalannar, Adrian1991 o Boix entre otros muchos con los que compartí aquellos días. También recuerdo, como no, a Sparto, aunque a este lo conocí cerca de Gludio, en uno de mis tantos viajes a la ciudad. Viajes en los que iba a comerciar con enanos, para venderles los materiales obtenidos en los entrenamientos del bosque, o para hablar con los guerreros del Warrior Guild donde aprendía nuevas técnicas de ataque y defensa de las que os hablaré detenidamente más adelante.
Me aventuré alejándome cada vez más de la aldea de los elfos oscuros, la cual se hallaba dentro de una montaña maldita, más cerca de Elmore que del propio Adén, bajo el Lord de Oren. Ocurre algo muy curioso en esta población; es imposible ir caminando sin atravesar otra regiones desde la aldea hasta hasta el castillo desde donde se la rige. Una descomunal cordillera de montañas así lo impide. Siempre me pregunté, como gobernaban este lugar desde la ciudad acorazada, no había caminos hasta aquí para traer mercancías, ni había forma de comunicarse sin un gran viaje atravesando Girand, Dion y Gludio.
Pronto me percaté, que las historias que contaban de los Elfos oscuros no eran del todo reales, conocí en aquel bosque a muchos de ellos y habitualmente colaborábamos juntos dando caza a bestias locales. Recuerdo vagamente a Kalannar, Adrian1991 o Boix entre otros muchos con los que compartí aquellos días. También recuerdo, como no, a Sparto, aunque a este lo conocí cerca de Gludio, en uno de mis tantos viajes a la ciudad. Viajes en los que iba a comerciar con enanos, para venderles los materiales obtenidos en los entrenamientos del bosque, o para hablar con los guerreros del Warrior Guild donde aprendía nuevas técnicas de ataque y defensa de las que os hablaré detenidamente más adelante.
Me aventuré alejándome cada vez más de la aldea de los elfos oscuros, la cual se hallaba dentro de una montaña maldita, más cerca de Elmore que del propio Adén, bajo el Lord de Oren. Ocurre algo muy curioso en esta población; es imposible ir caminando sin atravesar otra regiones desde la aldea hasta hasta el castillo desde donde se la rige. Una descomunal cordillera de montañas así lo impide. Siempre me pregunté, como gobernaban este lugar desde la ciudad acorazada, no había caminos hasta aquí para traer mercancías, ni había forma de comunicarse sin un gran viaje atravesando Girand, Dion y Gludio.
Como decía, me
aventure más allá, donde los hongos eran mas simples que cucarachas
en comparación a lo que enfrentaba... El pantano fue un tiempo mi
segundo hogar, mis avances en la danza de la guerra mejoraban día a
día, ya que solo un tiempo atrás semejante lugar hubiera poblado
mis peores pesadillas. Tiempo pasado... Yo ahora yo luchaba allí,
contra espectros de cuyo brazos brotaban afiladas cuchillas, casi
invisibles entre la niebla que cubría esas charcas de agua
nauseabunda. Contra zombies de carne putrefacta y el color verdoso de
la podredumbre, Luchar contra los cadáveres vueltos a la vida me
daban una experiencia sin igual, no eran unos rivales adecuados para
los magos, resistían muy bien la magia, pero nada tenían que hacer
contra un buen aprendiz de guerrero.
El dinero era un problema para mí por aquel entonces, todo era sumamente caro, cualquier arma decente era inasequible para mis modestas adenas. Los impuestos de los castillos más el alto precio al que vendían sus creaciones los enanos a las tiendas de armas y equipamiento hacían subir los precios en Dark Elven Village y Gludio de manera desorbitante. Siempre estaba la opción de los mercadillos no oficiales de Gludio y Dion, pero no siempre encontraba los complementos de armadura o espadas que yo requería. Así pues me costó mucho ir renovando mi equipo de combate, una de mis compras más importantes me costó poco mas de 60.000 adenas, era un gran arma de dos manos, la Brandish que me acompañó una pequeña temporada. La compré un tiempo después de dejar el bosque de los elfos, cuando me asenté en Gludio durante una época.
El dinero era un problema para mí por aquel entonces, todo era sumamente caro, cualquier arma decente era inasequible para mis modestas adenas. Los impuestos de los castillos más el alto precio al que vendían sus creaciones los enanos a las tiendas de armas y equipamiento hacían subir los precios en Dark Elven Village y Gludio de manera desorbitante. Siempre estaba la opción de los mercadillos no oficiales de Gludio y Dion, pero no siempre encontraba los complementos de armadura o espadas que yo requería. Así pues me costó mucho ir renovando mi equipo de combate, una de mis compras más importantes me costó poco mas de 60.000 adenas, era un gran arma de dos manos, la Brandish que me acompañó una pequeña temporada. La compré un tiempo después de dejar el bosque de los elfos, cuando me asenté en Gludio durante una época.
Visité la gran School Of Dark Arts, semejante laberinto a cientos de metros bajo el suelo debió de tardar siglos en construirse. Aquella mística construcción era mi perdición cada vez que me atrevía a descender por sus pasillos de cientos de metros de altura, plagados de esqueletos diabólicos y otros seres aún más espeluznantes, seguramente restos de los hombres con los que los elfos experimentaron en ese lugar su magia negra.
Tanto con dagas
como con arcos, esos sacos de huesos luchaban contra mi, y e de
decir, que tuve suerte en aquellos pasillos y salas, ya que en una de
mis osadas exploraciones a su interior, justo tras bajar aquella
interminable cuesta, cuando el cielo no era mas que una línea sobre
mi cabeza en lo alto las extensísimas paredes, pasando las salas de
los orcos, tras matar uno de aquellos arqueros pude recoger su
magnifico arco del suelo, con el que comercié en Gludio y conseguí
adenas frescas que me fueron muy útiles para salir de mis apuros
económicos.
No fue ese mi único golpe de suerte, una agradable tarde me sentía con fuerzas de andar y conocer el lado opuesto de Dark Elven. Me habían comentado la belleza del lugar, así que marché hacia el bosque de la luz. No estaba lejos pero tampoco cerca, un paseo tranquilo, para disfrutar del agradable clima y la belleza de la naturaleza. Paseaba oyendo el cantar de los pájaros, saludando a los caminantes, observado a los elfos nativos que por allí entrenaban... y cuando estaba aproximadamente en mitad del viaje, en el suelo de aquel camino y abandonada o perdida por su dueño, encontré abandonada una daga que me ayudó de nuevo en el tema económico. Pude venderla por más de 200.000 adenas, ¡canto dinero junto!. Lo invertí en nueva equipación y dudaba si volvería a tener tanto dinero junto. El viaje era perfecto en todos los sentidos, aprendí una gran lección ese día, nunca le hagas el feo al caminar, pues nunca sabrás lo que puedes encontrar en tu viaje.
Y a todo esto, que decir de la ciudad de elfos... simplemente maravillosa, estaba sobre un lago de cristalinas aguas, como si levitara mágicamente. Era un poblado circular con varios puentes que te llevaban a ella. La ciudad crecía alrededor de árbol inmenso, milenario, plantado por algún elfo de épocas pasadas en el centro de la plaza más grande, se notaba en el lugar alegría y cordialidad, fue un buen viaje, siempre lo recordaré.
Dejando de lado esta visita, solíamos estar mucho tiempo entrenando los elfos y yo, sobretodo en la zona de Black Rock Hill. Lo que allí había era difícil de creer, grandes rocas con vida, con brazos y piernas. Era increíble luchar con aquellos monstruos, sin duda, lo más espectacular que había visto hasta ese momento en mi vida. Más incluso que las malditas arañas. Los golems -que así se llamaban- eran perfectos para endurecer nuestros músculos, golpearlos una y otra vez nos hacia fortísimos, y sus golpes eran ideales para hacernos insensibles al dolor. Nos prepararon para ir a la ciudad, esta vez si, de Gludio.
No fue ese mi único golpe de suerte, una agradable tarde me sentía con fuerzas de andar y conocer el lado opuesto de Dark Elven. Me habían comentado la belleza del lugar, así que marché hacia el bosque de la luz. No estaba lejos pero tampoco cerca, un paseo tranquilo, para disfrutar del agradable clima y la belleza de la naturaleza. Paseaba oyendo el cantar de los pájaros, saludando a los caminantes, observado a los elfos nativos que por allí entrenaban... y cuando estaba aproximadamente en mitad del viaje, en el suelo de aquel camino y abandonada o perdida por su dueño, encontré abandonada una daga que me ayudó de nuevo en el tema económico. Pude venderla por más de 200.000 adenas, ¡canto dinero junto!. Lo invertí en nueva equipación y dudaba si volvería a tener tanto dinero junto. El viaje era perfecto en todos los sentidos, aprendí una gran lección ese día, nunca le hagas el feo al caminar, pues nunca sabrás lo que puedes encontrar en tu viaje.
Y a todo esto, que decir de la ciudad de elfos... simplemente maravillosa, estaba sobre un lago de cristalinas aguas, como si levitara mágicamente. Era un poblado circular con varios puentes que te llevaban a ella. La ciudad crecía alrededor de árbol inmenso, milenario, plantado por algún elfo de épocas pasadas en el centro de la plaza más grande, se notaba en el lugar alegría y cordialidad, fue un buen viaje, siempre lo recordaré.
Dejando de lado esta visita, solíamos estar mucho tiempo entrenando los elfos y yo, sobretodo en la zona de Black Rock Hill. Lo que allí había era difícil de creer, grandes rocas con vida, con brazos y piernas. Era increíble luchar con aquellos monstruos, sin duda, lo más espectacular que había visto hasta ese momento en mi vida. Más incluso que las malditas arañas. Los golems -que así se llamaban- eran perfectos para endurecer nuestros músculos, golpearlos una y otra vez nos hacia fortísimos, y sus golpes eran ideales para hacernos insensibles al dolor. Nos prepararon para ir a la ciudad, esta vez si, de Gludio.
Días enteros
estuve en Black Rock, y muy gratamente viene a mi memoria aquellas
tardes donde acompañado por los elfos oscuros, poníamos en practica
nuestras mejoras en el combate. Evitando eso si, a las malditas
arañas y su mortífero veneno.
Justamente en
aquella época empecé a disfrutar como guerrero, a sentir el poder
físico de mi cuerpo y a alegrarme de haber elegido este como mi
destino. Ir en cabeza, eligiendo a que enemigos golpear, mientras mis
amigos oscuros, más débiles en nivel y también en defensa, me
seguían como a un líder, no tenía precio. Tenían que evitar ser
las victimas de las acometidas de los golems, yo como humano estaba
echo de un material más resistente, una mejor condición física
para aguantar las sacudidas bestiales de las bestias de roca... Eso
hacía sentirme superior, y me encantaba tener más responsabilidad,
como el jefe del grupo, el que los guiaba a la victoria o los
conducía a la muerte...
Sí amigos, días
enteros antes de marcharme de allí, antes de verme capacitado para
enfrentarme a asesinos y bestias en Gludio. Y no miré atrás,
pensando que nunca echaría de menos aquel lugar, cuan equivocado
estaba, y cuanta nostalgia siento ahora... Pero por otra parte no me
arrepiento de haberme ido, ya que nada más partir, al llegar a la
ciudad, supe que había llegado a oídos de un gran guerrero de
Gludin mis hazañas, y que podría, si hablaba con él, hacer una
peligrosa misión, para ganarme el titulo de Warrior.
Solo puedo decir... WOW
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