
-Presagio entre tinieblas, - dijo- maldito, indigno y abatido, todos los tormentos que sobre la tierra van a acontecer, no podrán escapar de sus pecados ni liberarse de la gran guadaña, de afilado metal oxidado que les juzgará tanto el corazón, como sus miserables almas. Mí dolor y mí perdida no será nada en comparación con todo aquello que les será arrebatado, no existe conciencia humana capaz de vaticinar hasta que punto será derrotada su soberbia, ansío lo que nunca podré tener, el poder reconfortante de tener en mis manos la muerte y la vida, la agonía y la codicia, lo bello y lo hermoso... y todo aquel que pretenda ser juzgado recibirá toda la cólera de años de soledad, de martirios y lágrimas errantes, desde aquí profetizo el fin de los tiempos como los hemos conocidos, desde este mismo instante la sangre será negra y volátil y nadie, absolutamente nadie tendrá el privilegio de albergar una mente lucida y capaz por si misma de crear, pensar o calcular, hoy es el primer día, el único y primer día en el que el instinto asesino será libre de carbonizar lo existente, solo un punto entre trillones de ceros, tan solo una efímera milésima.